sábado, 21 de febrero de 2009

EL AÑO DE JERZY GROTOWSKY

(La Vanguardia y Clarín de Argentina. 28 de enero de 2009)

En 2009 se conmemora el 50 aniversario de la fundación, en Opol Polonia, del Teatro de las 13 filas, que luego, al instalarse en Wroclaw, pasaría a denominarse Teatro Laboratorio. Además, se cumple una década de la muerte de su fundador, Jerzy Grotowski. Tantas coincidencias empujaron a que la UNESCO declarara el 2009, como el "Año Grotowski". ¿Les dice algo el nombre de Jerzy Grotowski? A mediados de los años sesenta el nombre de ese director teatral -aunque era mucho más que un director teatral, tal y como nosotros entendemos esa profesión- empezó a circular por las mejores compañías de Europa. Concretamente, desde el año 1966 en que el Teatro Laboratorio se presenta en la décima edición del Festival de Teatro de las Naciones, en París, con El príncipe constante, una adaptación del texto de Calderón realizada por el polaco Slowacki, con el actor Ryszard Cieslak interpretando el personaje del príncipe (este mismo espectáculo viajaría aquel mismo año a Londres, invitado por Peter Brook y Grotowski y Cieslak realizarían una work session en la Royal Shakespeare Company). Al año siguiente, el Teatro Laboratorio acudiría al BITEF, el gran festival de Belgrado, y dos años después viajaría a Estados Unidos, donde presentaría tres de sus espectáculos: Apocalipsis cum figuris, Akropolis y El príncipe constante. Esas representaciones, ensalzadas por la crítica supondrían la consagración mundial del polaco Jerzy Grotowski y de su Teatro Laboratorio. Se ha hablado -y se han escrito cientos de miles de páginas- sobre el teatro antes y después de Grotowski. Como antes se había hablado y escrito con otros nombres y a propósito del mismo tema. En el caso concreto de Grotowski, esa afirmación no tiene, como en otros casos, nada de gratuito. Grotowski transformó la práctica teatral de un modo radical. Fue, en su día, un auténtico revolucionario que introdujo en el teatro europeo, occidental, de la época una pedagogía actoral fundamentada en el descubrimiento del cuerpo del actor, en el dominio de suvozyen la potenciación del silencio. Grotowski, que practicó el yoga desde muy joven y era un buen conocedor del hinduismo, aprendido in situ, fue el impulsor del denominado "teatro pobre" y cambió el espacio teatral. Sus enemigos -que los tuvo, como todos los profetas suelen tenerlos- se burlaban de sus funciones y calificaban el Teatro Laboratorio de "convento monacal", pero lo cierto es que el público que acudía a ver sus espectáculos -aquí la palabra espectáculo chirría escandalosamente- al terminar los mismos no aplaudían, permanecían en silencio, meditativos, y tardaban un buen rato en abandonar el local. El Teatro Laboratorio no actuó nunca en nuestro país. En aquellos años, principio y mediados de los sesenta, en Barcelona la nota dominante era el teatro brechtiano, servido por la Adrià Gual. Luego vinieron Els Comediants, que sí habían oído hablar de Grotowski, a través de Eugenio Barba, pero se inclinaban por el teatro de calle del Bread and Puppet. En 1976 nació el Teatre Lliure con Fabià Puigserver, que se había formado en Polonia y conocía bien el Teatro Laboratorio. Pero el Lliure tampoco fue por ahí. El año Grotowski va a desarrollarse en Wroclaw, sede del Instituto Grotowski, donde en el mes de junio están programados una serie de actos y donde se ofrecerán espectáculos de las mejores compañías del mundo, desde Brook a Pina Bausch, pasando por Eugenio Barba, Anatoli Vasiliev, Krystian Lupa y Tadashi Suzuki. También hay programados actos en Londres, París, Roma, La Habana y en varias universidades norteamericanas.